Yeahhhhhhy!

24 de julio de 2012

Después de títulos como Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany's, 1961) y tras la asociación con el actor Peter Sellers en la saga de La pantera rosa (The Pink Panther, 1963), que se alargaría hasta los años 90, o El Guateque (The Party, 1968), Blake Edwards ya había dado muestras de su habilidad para la comedia gruesa, la que mira hacia el slapstick, y la comedia romántica. Si a este combinado le sumamos una buena banda sonora, algo que siempre ha valorado el director norteamericano, entonces llegamos a los años 80 con la comedia romántica musical (o a la comedia musical romántica), con ¿Víctor o Victoria?. 

Victoria Grant (Julie Andrews) es una cantante de ópera que se encuentra en plena crisis de su carrera, inmersa en la pobreza económica, en el París de 1934. Tras presentarse a una audición en un cabaret para conseguir trabajo es despachada, pero Toddy (Robert Preston), un cantante habitual del local, que ha presenciado la prueba decide ayudarla: con su voz podrá conseguir la fama, el éxito, pero tendrá que ser un hombre que se hace pasar por mujer, por diva, por drag-queen. 

Victoria: So, I'm a woman pretending to be a man pretending to be a woman.

El enredo ya está servido. Ahora sólo falta un pretendiente para Víctor/Victoria para que el embrollo sea total: King Marchad (James Garner), un empresario de cabaret de Chicago decide ir a ver el estreno de la actuación de Victoria. Queda prendado al verla y sorprendido al descubrir al final del show que en realidad es un hombre. Incrédulo, insiste en que Víctor es Victoria, y su novia, Norma (Lesley Ann Warren), presa de los celos, es enviada de vuelta a su casa en Estados Unidos. Vengativa, Norma reaparece al final de la historia, en un final que no desvelaremos.

¿Víctor o Victoria? se inspira en la comedia alemana de 1933 Viktor und Viktoria, del director Reinhold Schünzel. Aparte de esta fuente, la película presenta otros claros referentes: Cabaret (1972), por la época y el ambiente musical, y Con faldas y a lo loco (Some like it hot, 1959), por el juego de travestismo con implicación amorosa de por medio. No hemos visto la película alemana, pero frente al musical de Bob Fosse y la comedia de Wilder, el film de Edwards se queda unos peldaños por debajo. Con todo tampoco creemos que sea obligatoria la comparación ‒aunque sí los referentes‒, pues no hay rastro de pretensión en el film. ¿Víctor o Victoria? se presenta como una comedia musical elegante, con un guión solvente y gracioso, con unos diálogos aún más graciosos, con buenos números musicales, fruto de su banda sonora, y con un reparto más que eficiente. Pero también es innegable evidenciar sus fallos. Hay un abuso innecesario de los pim-pam-pum del slapstick, que aunque no entorpecen la trama sí la hacen gratuitamente más trivial, y el final parece precipitarse en su cierre, con unos créditos últimos algo repentinos.

Haciendo balance, nos quedamos con todos y cada uno de sus aciertos. Empezamos por Julie Andrews. Acostumbrados a su rostro más popular en películas infantiles, musicales y de carácter sensiblero como Mary Poppins (1964) o Sonrisas y lágrimas (The Sound of Music, 1965), la actriz británica está aquí tan correcta como divertida. Andrews, de dulce voz, es bella, encantadora y, sobre todo, destila esa elegancia casi victoriana (inevitable), que no siempre sintoniza con la historia. Su memorable número musical de “Le Jazz Hot” (ver vídeo) ya ha pasado a los anales del cine y del musical. Seguimos con Robert Preston, lo mejor del elenco de actores, el brazo derecho de Andrews, interpretando a un tierno, creíble y afeminado homosexual. Está soberbio, igual que la acertada secundaria Lesley Ann Warren, la novia de un correcto James Garner. Warren, con su irritante timbre de voz, es la chispa de la película, cada intervención suya supone un torbellino de carcajadas. Inolvidable la secuencia de su actuación “Chicago, Illinoise” o aquella en la que camina protestando por dentro del tren, paralela al guardaespaldas de su marido, que lo hace por el andén, hasta llegar al final, donde se abre el abrigo, queda en ropa interior y un pasajero que la observa cae a la vía. Y, para rematarlo, cuando se juntan Warren y Preston el espectador sonríe agradecido: 

Norma: I think that the right woman could reform you.
Toddy: You know, I think that the right woman could reform you, too.
Norma: (laughs) Me? Give up men? Forget it!
Toddy: You took the words right out of my mouth.

Y terminamos con el resto de atractivos: el ritmo adecuado, la oscarizada banda sonora de Henri Mancini con letras de Leslie Bricusse, el vestuario de Patricia Norris y la dirección artística de Rodger Maus, Tim Hutchinson, William Craig Smith y Harry Cordwell. ¿Víctor o Victoria? no es ni Wilder ni Fosse, ni tiene a Jack Lemmon ni a Liza Minelli, pero mantiene una elegancia en casi todos sus aspectos que dignifican el film y lo convierten ‒pese a su fondo ligero‒ en un agradable y divertido entretenimiento. 

Como curiosidad, apuntar que el 25 de octubre de 1995 se estrenó el musical de Broadway Victor Victoria en el Teatro Marquis, basado en la película y protagonizado por Julie Andrews, que en 1997 fue sustituida por la misma Liza Minelli durante sus vacaciones. En 1997 Andrews se retiró de los escenarios y fue sustituida por Rachel Welch, pero el espectáculo sin Andrews no aguantó y ese mismo año se retiró con un total de 734 representaciones. 




Reseña de Carlos Aguilar
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Una cantante decide travestirse de hombre, con la confusión que ello originará en su admirador. Una comedia que evita todas sus posibilidades corrosivas y sarcásticas en beneficio de un humor liofilizado. Compararla con Con faldas y a lo loco equivaldría a humillar innecesariamente a Billy Wilder. Se inspira en una comedia alemana, Él es ella